Debido a la cercanía del cañón submarino de Nazaré en la costa de Portugal, las olas que se producen son probablemente las más altas de Europa, siendo por ello uno de los mejores puntos internacionales para practicar surf. El cañón crea una interferencia constructiva entre las olas entrantes por lo que tiende a hacer que las olas sean mucho más grandes de lo normal.

En ese contexto, los surfers de big waves se enfrentaron a las condiciones extremas que produce la agresividad del mar y uno de los participantes protagonizó un accidente que lo marcará por el resto de su vida. “Pensé que era el final y traté de apagar mi cuerpo“, dijo Axi Muniain, luego de ser rescatado.

Sólo veía luz, era todo blanco, lo poco que recuerdo era como si estuviera en una habitación con mucha luz“, detalló el español y agregó: “Me daba cuenta de que iba a perder la consciencia, pero seguía sumergiéndome“.

No veía nada, apenas escuchaba y el cuerpo no me respondía. Pensaba que todo se acababa ahí“, continuó el vasco en su crudo relato, luego de agradecerle el rescate a Francisco Porcella, otro de los surfers que se animó a desafiar a la naturaleza.

Los antecedentes registran que las olas pueden superar los 20 metros. En noviembre de 2011, el hawaiano Garrett McNamara barrió una ola de 23,8 metros del canal a la cresta. En octubre de 2013, Carlos Burle surfeó la que es considerada la ola jamás vista por su inmensidad (aún se está analizando su altitud). Ese mismo día, Maya Gabeira sufrió un accidente que casi le cuesta la vida, pero fue rescatada después de perder la conciencia